PLAY | I'm Like A Bird – Nelly Furtado
La vida en red es
en red posta. Lolo, Mona, Lau y Vicky, fundadores de Meet and Gram,
me habían invitado a participar a su edición del Palacio Piccaluga.
Quién me dio la bienvenida y me asistió en el proceso del “check in” fue una
chica pura sonrisa, pura pila, pura amabilidad y claro sentido de la activación
expeditiva (los eventos Meet and Gram son un hit: ¡hay que coordinar a tanta
gente!). Ella era Anita Ruiz Brussain, hasta ese momento colaboradora del
evento. Poco le tomó darse cuenta que me veía cara conocida… ¡del barrio!
¡Jaaaaaaaaaaaaa! Descubrimos no solo que las dos vivimos en la misma manzana,
¡sino que además ella es la hermana de Magdalena, una vieja vecina copadísima mía
que se mudó al edificio de al lado! ¡Todas en la misma manzanaaaa, aaaaaah la
magia! Qué poético que coincidamos en la misma MANZANA porteña, porque Anita no
solo fue colaboradora de Meet and Gram y fue mi (ahora ex) vecina: Anita es vegana
y un talento total y absoluto para compartir su estilo de vida. Ella es,
señoras y señores, ¡Platón Vegano! ¡Fuerte ese aplauso! :D
¿Vieron lo que son
estas fotos? ¡OBRAS DE ARTE! Cuando
ingresé por primera vez a su feed sentí eso, que estaba visitando la galería de
una artista del color, de la composición, del equilibrio en los sujetos
retratados. Pero Anita es mucho más que eso, es una vegana comprometida con hacer un mundo mejor a través de inspiración,
recetas y tips libres de crueldad. Anita vive en vida una alimentación
amigable con su cuerpo, alma, y medioambiente, y nos invita a vivirlo nosotros
también. ¡Y ojo! No es que sea una vegana fundamentalista que insiste en
instalar su forma de vida a como dé lugar: ¡para nada! Es una persona creativa súper
amable, MUY INSTRUIDA, y muy generosa que brinda herramientas maravillosas para
incorporar en la medida y frecuencia que queramos. Y eso lo banco a full. Por
eso hoy, si bien su blog Platón Vegano (y su cuenta de IG) están un poco dormidos,
ella está acá, compartiendo su historia. Ella es Anita…
Fuente:
LA NACION - Crédito: Catalina Bartolomé.
Los orígenes de Platón
Vegano
La
idea nació hace muchos años como un blog, fundamentalmente orientado a
compartir con mis amigos -en principio-, las recetas de los platos que probaban
en casa. “¿Cómo hiciste esto?”, “¿Qué le pusiste a aquello?”, después de todas
estas preguntas siempre tenía que pasar mails y mensajes contando las recetas,
trucos y secretos (¡no todos eh, ja!).
¡Mirá cómo van a verse tus
próximos helados! Anotá el tip de colocar
frutillas en los palitos antes de llevarlos al freezer y… ¡voilá! En este caso,
hice un mix cremosísimo de banana, frutilla y crema de coco de Crudencio y los bañé en
cacao amargo templado de Dr. Cacao ¡Quedaron buenísimos!
En principio, el
blog estaba dedicado a contar recetas de comida vegetariana, dado que recién
hace 3 años y medio di el salto al veganismo. Luego, por falta
de tiempo, fui dejando congelado ese espacio, hasta que estos años, y con el
advenimiento de las redes sociales más centradas en la fotografía, me fui
motivando para retomar el espacio con lo que realmente me gusta hacer, contar
una historia a través de las imágenes. Escribir no es lo mío, pero,
aparentemente, mostrar lo que comemos en casa, ¡me sale un poquito mejor!
El Concepto atrás de
Platón Vegano
Para
contarte el concepto, te cuento el origen del nombre. ¡Qué difícil tarea
elegirlo! No podía encontrar un nombre que me gustara, que identificara lo que
quería contar, ¡y que no estuviera registrado! Pensando, pensando, y leyendo,
conecté con un material que hablaba de que Platón, en su opus magnum, llamado
El Banquete, debate sobre el amor, pero el amor real, no el amor platónico que
está instaurado como algo imposible de alcanzar. Por eso, el nombre original de
mi página, con su tagline, es “Platón Vegano, amor real por los frutos de la tierra”. Considerando la parte
afectiva de nuestra gran proveedora de alimentos y el respeto por lo que ella
nos da.
Lo
que busco con esta iniciativa es mostrar la cara del nuevo veganismo, de un veganismo colorido, saludable la mayor parte
de las veces, tentador a los sentidos, y motivador para hacer cambios en los hábitos de consumo de los espectadores.