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| I Had Some Help (feat. Morgan Wallen) – Post Malone
¿Quién está para una flor de panzada?
El domingo pasado le
pusimos paladar al mejor plan ANY domingo: ¡almorzar
en un bodegón! Y no en cualquier bodegón…
Fuimos a Pedro Goyena 199, en Caballito, a conocer al luminoso, cómodo y canchero bodegón MALANDRA, fundado por la
pareja conformada por Vanesa Defey Sosa y Heber Gaspar,
también creadores del súper instalado y amado café de especialidad Tueste, que irradia
magias cafeteras a la vuelta, en Doblas
690.
Llegamos relajadísimos, muy en plan domingo (y en lo personal algo destroyed, pues el día anterior había
sido la edición primavera
de Cultura Retro), y
nos encontramos con un joven bodegón (¡no llega ni al mes de apertura!) con
alma de abuela consentidora. Nos recibió un equipo sonrientemente servicial y ágil, y a los dos segundos de
instalarnos, llegó una botella de agua
fresca (o soda en sifón, si lo hubiéramos preferido), la panera (y focaccia y figazza), los porotos en conserva y la mantequita… oh mantequitaaaaaa sagrada,
¡más bodegón no se consigue!
Así, recién sentados y agasajados, tuvimos el placer de recibir la visita de Heber en nuestra mesa. Vino a saludar, y con la pertinente felicitación a él y a su mujer / socia por haber invertido en una esquina legendaria de Caballito, prosiguió una charla de lo más animada, honesta y genial. Conocer sin filtros el empuje de esta joven familia para afrontar desafíos impensados, ¡te da muchas ganas de que les vaya bárbaro!
Su deseo fue fundar una esquina de
buen comer, en donde supo estar la primera
carnicería de Coto, ¡¡¡¡la primera de un imperio en supermercados!!! “Las
buenas dimensiones del antiguo
frigorífico nos permiten tener grandes
espacios de cocina que conservan sus
mesas de corte. Además, las cámaras frías son enormes. En lo que fue el salón de ventas de la carnicería hoy, está
el comedor”, cuenta Heber, y yo agrego que además ganaron terreno a la calle, con mesas afuera para disfrutar en
cualquier estación ;)
En fin, cuando la hamburguesería que estaba antes les dio la posta, los
chicos pensaron que con una lavada de cara estética estarían listos para salir a
la cancha, ¡pero no! Se encontraron muertos por todos lados, y la obra se extendió por demás. Lo
genial es que no perdieron su norte: se quisieron abrir de la típica estética
de banderín y camisetas de fútbol que baja el mandato bodegón, recurrieron a
una deco minimalista, poderosa en color y con frases expresadas en paredes y camisetas…
Finalmente pudieron abrir y salieron con todo: mucho mucho mucho corazón y con un equipo que representa a 50 familias alineados al concepto de atender como en casa y proponer un menú de cocina porteña honesta y
deliciosa (sin dejar afuera un twist de onda propia).
¡Y vayamos a eso, a
la comida!
Nuestra amable camarera, Ailén, nos
tomó el pedido de bebidas (mil puntos el Campari)
y nos orientó con las porciones: todo está
pensado para ser abundante, ¡compartir es imperioso!
Arrancamos con buñuelos de espinaca con salsa tártara,
¡el gran infaltable de una mesa que se comparte!
Larga vida a Mr. P,
que se le ocurrió sumar una provoleta
grillada, con miel picante, ensaladita de eneldo, hierbas y nueces tostadas…
¡en cada bocado le vi la cara a Dios, sepanlonnnn!
Los chicos
siguieron con milanesa napolitana con
papas fritas, (que obvio probé y les aseguro que es de las más ricas que comimos
en añosss).
Yo opté por arroz con hongos y cebollas celestialmente
caramelizadas. Como dije en el reel, nada más placentero para el último domingo de invierno :D
Para que sepan qué más hay más allá de nuestras opciones, sepan que en el menú, que pueden conocer completo acá, se encontrarán con platos ricos pero sin mucha vuelta, como un buen pastel de papas, un guiso de lentejas, un lomo con crema de hongos, una merluza a la romana con guarnición, una
tortilla, unas buenas rabas con salsa tártara, gambas al ajillo
y, dale Mariani, no te olvides del gran clásico de bodegón: ¡revuelto gramajo! Y pastas también,
como ravioles de pollo, ricota y lima,
o sorrentinos de jamón y queso. En
fin, la lista sigue, pero la corto acá por babear en público es feo :p
¡Y banquen que
falta el postre!
En honor a la verdad ya estábamos los tres de la panza (y con cena + vianda
de Dindu del lunes asegurada: lo que
sobró se vino a casa… otro dato no menor que demuestra que sirve elegir abundante),
pero fue imposible resistirse a probar EL
postre por excelencia de bodegón…
¡Flan gigante con generosa ración de dulce de leche,
crema y caramelo celestial! Hasta
Dindu, que no es para nada fan del flan, comió con gusto hasta el final :D
Si lo dulce los convoca, también pueden pedir tiramisú, ganache de
chocolate, sal y oliva, peras al vino tinto y/o (jiii) panqueques con dulce de leche. ¡Y olé!
¿Conclusión? Almuerzo espectacularmente rico, abundante y
bien servido, con sabores entrañables que serán eternos y un dejo de bienestar
maravilloso, que te da comer en un lugar luminoso puesto con mucho corazón :D
Ahora que estamos de sobremesa, les cuento que MALANDRA abre todos los días de 12 a 16 y 20 a 01hs, que acá pueden hacer reserva de mesa las noches a las 20hs
(luego es por orden de llegada), que ofrecen menú ejecutivo y que hay lugar
para todos: hay para 100 cubiertos, y hay
ganas de que le pasen súper bien :) Eso, amigos, es el alma de abuela consentidora
vestida de neo-bodegón :D
¡Felicitaciones MALANDRA y que vivan deliciosas historias!
MALANDRA
https://www.instagram.com/somos.malandra/
D: Av. Pedro Goyena 199, Caballito, CABA
H: Lunes a domingos de 12 a 16 y 20 a 01hs.



































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