Alma Singer I | Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia

Yo tenía que ver esta película. No por mi afición/obsesión con el séptimo arte, no por un mal viernes y la imperante necesidad de descomprimirlo, no por los nachos con queso ni el vaso chico de helado. Yo tenía que ver Julie & Julia. Punto.

La película superó ampliamente mis expectativas, ya de por si diezmadas cuando mi amigo Félix me dijo que no le había gustado. ¿Cómo no podía gustarme cuando las locaciones son Paris del 48 y New York contemporáneo? ¿Y los sets? ¿Se imaginan esos sets? La opulencia de una Francia que no escatima en lujos, con sus mercados callejeros y sus restaurantes selectos. O la calidez shabby chic de un monoambiente de 80 m2 en Queens, con almohadones mullidos, mantas de crochet y una terraza por la cual morir. Y cocinas de ensueño… aunque sólo las quieras para hervir un huevo. ¿La música? Todavía la escucho, y gracias al site de Sony Pictures, cada pieza se cuela en mi casa. ¿Los personajes, qué tal esos? Son todos personajes reales, movidos por un amor real. Amor entendido en todas sus acepciones.

¿Y la trama? Esa no se las cuento. Ahí les insisto que vayan. Sobre todo ustedes, que detrás de un nombre y una foto de perfil se identifica un blogger. Alguien que alguna vez se preguntó ¿qué es lo que quiero decir?, cuando se que quiero decir algo; o alguna vez llegó tarde a casa con dolor de cabeza pero con la certera misión de postear ESE algo (cueste lo que cueste); o agradeció un comentario que lo emocionó al borde de las lágrimas; o chequeó más de tres veces en un día cuántos visitantes entraron; o secretamente alberga el deseo de convertir su blog en un libro, una película, una canción, un referente; o sencillamente quiere hacer su aporte para cambiar el mundo, el suyo o el de todos.

Uno, dos o todos esos habitan en todos aquellos cuyo apellido adoptado es blogspot o wordpress (desconozco si hay otros, pero seguro los hay). Y todos esos se merecen una hora y media de identificación, por más pequeña que sea. Y sino, que sea por un Paris del 48 y un New York contemporáneo.

¡Bon appétit!