Me proyecto en Madrid y pasa esto…

Me imagino esta escena: estoy caminando por Malasaña, con el patilludo de la mano (¡aaaaaaah cuántos mails recibí para que divulgue esa historia!) y admirando la bella Madrid. En eso pasamos por una casa con puerta blanca de madera y vidrio, y yo grito como si hubiera visto a Alejandro Sanz relojeandome.

- Oye, ¡qué me diste un susto! ¿Qué pasa Vero?

- Tenemos que entrar YA a tomar algo acá.

- ¡¿Qué dices?! Estamos apurados Vero, no me toques los huevos.

- Dale dale dale… un café y vamos (ojitos).

- Venga… pero no vas a sacar ninguna foto, ¿eh? Que así sí nos vamos a retrasar.

- No… sólo a vos ¡jijijji!

Entramos, tomamos un café cada uno (aunque al patilludo le hubiera gustado más una cerveza o un Rioja no adulterado –léase, no hecho calimocho-), yo saco fotos hasta de los pocillos y sigo pidiendo budines, tartas y croissants para hacer tiempo y sacar más fotos. Lo contento/tranquilizo con un par de ocurrencias y besitos, y nos vamos de ahí una hora más tarde, los dos sonriendo.

Si esta escena acontece siempre en Buenos Aires (sin patilludo, está claro), ¿por qué no me podría pasar en Madrid si descubro a Lolina Vintage Store Café en un paseo y me gusta? ¡Y como me gusta! Basta con ver las fotos que subieron a su sitio para darme cuenta que sería un lugar muy “mío”, al que iría siempre que este con ganas de sentirme un poco retro. Es que Lolina está ambientada con muebles y papeles originales de los 50, 60 y 70, lo que implica objetos únicos como un televisor del 1962 y una radio que data más de medio siglo.

Se que no puedo dar fe de sus sabores y atención, pero un lugar tan cálido debe ser bueno. Sino, confiemos en estos dos medios publicados en su solapa de Clipping: uno y dos.

Por mi parte les digo, será un gran pendiente para la próxima vez que visite Madrid.

Lolina Vintage Store Café

http://www.lolinacafe.com/

info@lolinacafe.com

Dir: Calle del Espíritu Santo 9, Malasaña, Madrid.

Va un post data: ¿cómo conocí a Lolina Vintage Store Café? Porque salió contratapa de El País del 08 de julio, diario que estaba leyendo Santi Farell (de El Observador) tan plácidamente en el box de al lado. Santi me entregó muy gentilmente el ejemplar cuando empecé a los gritos con “¡Qué lindo lugar! ¡¿Dónde es?!”. Sí, me entusiasmo mucho.