Un día para nada normal...

Ayer venía siendo un día normal. Estuve en casa laburando a quinta (como siempre, como nunca), sintiendo la soga al cuello del tiempo y resolviendo temas importantes. Normal. A las tres y pico de la tarde salí corriendo y le puse quinta a Renato (el auto de Mr. P) por Panamericana.  Tenía que llegar a las cuatro a Boulevard Sáenz Peña, donde comenzaba la presentación oficial de Cosa Bonita en Tigre. Normal. Llegué justo y ponele que impecable. Normal. Y me encontré con una hermosa puesta, para nada normal…

Cosa Bonita no sólo llega a Boulevard Sáenz Peña con su colección estable (delantales, repasadores, canastitas de tela para el pan, porta notebooks y tablets, sobres con cierre, etc.), también dejó almohadones intervenidos a mano, uno a uno, por la artista Luisa Freixas. Divino todo.

Y divino el té que brindó Boulevard para las periodistas, productoras y amigas de la casa que acudieron al encuentro.

Estaba Silvi Bidabehere (gracias por la magia, para nada Chandler…).

También estaban Ana Inés Gil, Victoria Schiopetto y Juli López May (Juli, no te pude sacar una sola foto nítida de diez, disculpame el pulso).

Después partimos todas a la Usina Cultural Sáenz Peña, donde Luisa Freixas realizó una demostración de su impresión xilográfica con sus matrices de madera y vibrantes géneros para intervenir. Si no me equivoco, Luisa estrenó la prensa de la Usina (¿prensa? ¿lo dije bien?).

Cosa Bonita

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S: Federico Lacroze 3411, Colegiales. Sólo con cita previa.

M: 15 4046-9043.

Hacen ventas por mayor y menor; aceptan tarjetas; y realizan envíos.

Hermoso encuentro, relajado, colorido y sabroso. De esos que te alegran el día. Normal. Pero cuando me subí a Renato para seguir la gira vespertina y nocturna, las cosas empezaron a tomar otro color, con un tinte azul + rojo + blanco pero sin acento francés. La noche empezó a hablarme en inglés…

El próximo punto del mapa fue Möoi, donde se estaba llevando a cabo el evento Chicas en New York, blog que se presenta como una guía diferente, secretos y must de NYC.  Y si lo lees, es tal cual así, una guía extraordinaria para anotar más datos que cantidad de páginas. Andy Clar es la bloggera que nos hace viajar como locales por la Gran Manzana, y fue la anfitriona junto a Jess Lekerman (dueña de Möoi), en un evento extraordinario (para mí). Entre otras cosas, en este evento se celebraba el próximo viaje que harán un grupo de mujeres con Andy Clar a New York. ¡Qué buena idea!

En fin. Entré con mi ropa del día y me encontré con Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte. Bueno no, PERO CASI. Todas mujeres espléndidas como sacadas de un episodio eventero de SATC, con brillos, negros sofisticados, tacos aguja y peinados tuneados por Dios. Hasta había un puesto de maquillaje profesional…  

No hace falta que aclare que yo no sólo desencajaba por atuendo, también por mega bolso buchón, enorme y lleno de cosas, ¡y la cámara! Así que enfilé a la barra, donde me encontré a Leia (una de las chicas Möoi), que me facilitó un trago rosa burbujeante en copa de Martini con banderín y frutilla. Adoré,  tomé y lo sentí corriendo por mis venas hasta mi cabeza. Ooops.

Las camareras desfilaban con sándwiches de pastrón casero, con wraps de pollo y mini bagels con salmón, tres platos tan NY que estuve buscando la punta del Empire State entre sus sabores. No la encontré pero sí sentí un festín en el paladar y tuve la dicha de posar mis ojos sobre María Casa Chaucha, ¡alegría total!

Ahora bien. Entre charlas de viajes, Idea.me (¿todavía no se compraron el libro deCasa Chaucha?) y otros sumarios copados de la vida, vi un tatuaje súper sofisticado en un brazo, y vi una foto. Yo no soy para nada normal. Que sí, que no, que sí de nuevo y me animo a pedirle sacar una foto. Resulta que el brazo le correspondía a Gloria Carrá. Y Gloria Carrá dijo que sí con su gran sonrisa y calidez súper cercana.

A ver. No fue tan sencillo. OBVIO hice un papelón cuando me di cuenta que era ella, y que estaba con su hija Ángela Torre (Morita Cousteau para los fans). Tengo que salir con bozal. Y mejorar mi pulso porque de cuatro fotos, ni una salió nítida.

Acá está el responsable de tanta risa, adrenalina y papelón.

Chicas en New York

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El reloj marcó las 20:30, y como una Cenicienta informal porteña, me despedí de Jess, María y sus amigas, y me fui a buscar a mi Príncipe Urbano, Mr. P en Renato. Ahora nos tocaba cenar en New Orleans…

Después de perdernos como tres veces, llegamos a la altura correspondiente de Gorriti en Palermo. Tocamos el timbre y se abrió, una vez más, NOLA, el restaurant puertas cerradas que ahora encontró su alma gemela, la cerveza artesanal Bröeders. NOLA chef es la genial Liza, una chica de New Orleans con mucho talento para la cocina, y Bröeders son los hermanos Marcelo y Francisco Terren, orgullosos maestros cerveceros y padres de unas bebidas con cuerpo y alma. Los chicos nos habían invitado a cenar a la vera del río Mississippi, con la brisa de agua dulce jugando con nuestros pelos y jazz de fondo, marcando el ritmo de una noche en el extranjero.

Bueno no. Obviamente no, pero la excelente vibra de los tres anfitriones, de la casa devenida en restó puertas cerrada, de los compañeros de mesa, y de la mesa misma, generó un clima mágico y de aventura sensorial.

La mesa recubierta con papeles de diario sostenía una kokedama, muchas velitas y latas autóctonas por servilleteros. Nosotros puntualmente estábamos sentados en la mesa del Rey de Bélgica, a punto de abdicar (se debe haber puesto de moda gracias a Beatriz de Holanda). Qué linda manera de enterarse las noticias…

Cada plato vino con su cerveza artesanal y su explicación brindada por Liza (comida) y Marcelo (bebida). Arrancamos con un picantón arroz con porotos, un clásico de la ciudad del sur estadounidense que llegó humeante a la mesa. Hubiera sido una hermosa postal si tuviera trípode y conocimientos.

Seguimos con un sándwich de cerdo troceado, acompañado por pepinos y una salsa que no recuerdo cómo estaba conformada pero era celestial. Junto al principal, una pequeña degustación de  ensalada coleslaw con salsa de jalapeños. Mi lengua lo apreció pero también agradeció que fuera pequeña.

Antes del postre, Marcelo nos llevó a la terraza, donde Bröeders tiene su espacio de elaboración 100% artesanal. Nos explicó cada paso con lujo de detalles químicos y biológicos, que claro, no recuerdo ni de casualidad (no se olviden que venía chupando desde Nueva York), pero les recomiendo a full. ¿Qué más quieren que comer como los dioses, ser atendidos por sus creadores y escuchar cómo preparan el néctar que acompaña sus platos? Por favor, es un RE plan. RE RE RE y recontra recomendable.  

NOLA

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Bröeders

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Al bajar de la terraza cervecera, el reloj volvió a cantar su hora tope. Este día, ya para nada normal, nos pidió un nuevo y último destino…

Bienvenidos al Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Ezeiza. Por favor no lleve objetos cortantes en su equipaje de mano y no se olvide de sacarle el seteo del white balance a su cámara o la foto le sale tan marciana como esta.

Tuvimos tanto New York y tanto New Orleans que OBVIO Mr. P y yo quisimos agarrar el próximo vuelo al país del norte.

Bueno no. En realidad fuimos a darle un enorme abrazo y beso a Sole, una amiga que se merecía todos los abrazos y besos del mundo, y kilómetros de autopistas sólo para verla llegar a casa. ¡Bienvenida Sole, te queremos mucho!

Abrazos, besos y vuelta al auto. Silencio en la autopista Richieri y una sonrisa dormida en el alma. En algún punto entre el papelón de Gloria Carrá y la segunda cata de cervezas artesanales, recordé lo que se sentía salir a divertirse sin consecuencias, sin mañanas siguientes, RELAJADA (claro que para llegar a este estado tiene que haber alcohol). Necesité un poco de cosas bonitas, un tanto más de New York, otro poco de New Orleans para llegar a este aeropuerto mental, donde cada día puede ser un viaje… ¿no lo creen?